El Encuentro con la Inmensidad Azul
«Ver el cielo como se entrelazaba con el mar me pareció increíble», nos cuenta Julián un chico de la fundación que presenta un retraso en neurodesarrollo con una mirada que aún conserva el asombro de aquel momento. «Era como si pudiera nadar en el cielo».
Estas palabras, sencillas pero profundas, nos recuerdan cómo a veces damos por sentadas maravillas que para otros son sueños largamente esperados. Julián describe cada sensación como quien guarda un tesoro invaluable en su memoria: el agua fría y salada acariciando sus pies por primera vez, la brisa, el sol iluminando un horizonte que parecía infinito.
«El encuentro con el mar no lo olvidaré jamás», afirma con certeza.
Un Viaje de Conexión Espiritual
Pero la experiencia de Julián fue más allá del encuentro con la naturaleza. Su viaje estuvo impregnado de momentos de profunda conexión espiritual que transformaron la aventura en una verdadera peregrinación interior.
Cada mañana, el grupo participaba en una pequeña misa con el Padre Juandi, preparando el corazón para recibir las bendiciones del día. Las noches se convertían en espacios sagrados de encuentro, reflexión y sanación colectiva
Gestos que Transforman el Alma
Entre los momentos más significativos, Julián recuerda con especial emoción cuando recrearon el gesto de Jesús lavando los pies a sus apóstoles.
«Lavar los pies a nuestros padres fue super conmovedor», comparte con voz entrecortada. «Sentí que en ese acto de humildad y servicio, algo se transformaba dentro de mí».
La Liberación del Peso Invisible
Otra noche memorable fue cuando realizaron un ritual para liberar emociones negativas: «Votamos todo ese rencor, ese dolor que sentíamos por alguien», explica. «Sentirse libre, ya no con esa carga en los hombros, fue maravilloso».
Esta experiencia de liberación emocional, compartida en comunidad y bajo el cielo estrellado frente al mar, dejó una huella imborrable en su espíritu.
La Presencia Divina en el Camino
Lo que más impacta del testimonio de Julián es la certeza con la que habla de la presencia divina durante su viaje: «Sentí el amor de Dios en todo momento. Jesús estuvo ahí dándonos la mano, abrazándonos, escuchándonos«.
No se trata de una simple frase hecha; en sus palabras se percibe la paz de quien ha tenido un encuentro verdadero que trasciende lo físico.
Un Recordatorio para Todos
El testimonio de Julián nos invita a reflexionar sobre esos momentos de asombro que todos necesitamos experimentar. Nos recuerda que a veces debemos acercarnos al mar no solo para contemplar su inmensidad, sino para encontrarnos con nuestra propia capacidad de maravillarnos y con ese amor divino que nos sostiene en el camino.
Quizás, como Julián, todos necesitamos momentos donde el cielo y el mar se entrelazan, donde el perdón nos libera, y donde podamos sentir esa mano invisible pero real que nos acompaña.
¿Has tenido alguna experiencia similar de encuentro con la naturaleza que haya transformado tu vida espiritual?