Sofi y su camino con Síndrome de Down: una infancia abrazada por los sueños

Una niña, muchos desafíos… y una comunidad que eligió no soltar su mano. Sofi llegó a la Fundación cuando tenía seis años. Hoy tiene trece. Han pasado siete años en los que la hemos visto crecer, enfrentar retos y también cumplir muchos sueños. Nació con síndrome de Down, y desde entonces, su vida ha sido un camino de esfuerzo, cariño y pequeños grandes logros. Ha lidiado con problemas serios de salud, especialmente en sus pulmones. Pero nunca ha dejado de luchar ni de sonreír. En un mundo donde todavía hay quienes cuestionan si niños como Sofi merecen vivir, ella demuestra cada día que no solo merecen nacer: merecen ser amados, respetados y acompañados. No es especial por lo que le falta, sino por lo que tiene de sobra en el corazón: cariño, alegría, sensibilidad. Cada vez que va al colegio y se pone su uniforme, lo hace con una emoción que contagia. Para ella, ir a estudiar es un privilegio. Es sentirse como cualquier otro niño. Y su felicidad por lograrlo lo dice todo. Su primer gran sueño: ver el mar Sofi soñaba con conocer el mar. Lo había imaginado muchas veces, pero nunca lo había visto. Y un día, lo hicimos posible.Viajó junto a su mamá, tocó la arena, sintió las olas y rió como nunca. Fue un día lleno de magia, de esos que quedan para siempre en la memoria. Una educación pensada para ella Sabíamos que Sofi necesitaba más que cariño. Necesitaba un entorno donde pudiera aprender, expresarse y crecer a su ritmo.Desde FAUS, conseguimos una beca para que pudiera estudiar en Opciones, un centro educativo especializado, donde recibió por un tiempo una educación adaptada a sus necesidades.Lamentablemente, por temas de salud no pudo continuar, pero ese paso marcó un momento muy importante en su desarrollo. Porque todos los niños tienen derecho a una educación que los abrace como son. Vivió uno de los momentos más especiales de su vida: su Primera Comunión.La celebró junto a otros niños de la Fundación, en una ceremonia llena de ternura, espiritualidad y muchísimo amor. No te imaginas la devoción y el respeto con el que vivió este momento maravilloso de recibir el cuerpo de Cristo por primera vez. Lo que FAUS ha significado para su familia “Donde yo vivo el transporte en la mañana es súper difícil… no podía llegar a tiempo a las citas médicas de Sofi.Con el programa Sueños sobre Ruedas ya no pierdo citas, no arriesgo a mi hija en buses llenos, ni la empujan mientras carga su oxígeno.Ahora viajamos seguras. Y eso no tiene precio.Pero la ayuda de la Fundación no ha sido solo para Sofi. Me han ayudado también a mí y a mi hijo Juancho.Me han dado oportunidades de trabajo y siempre me han hecho sentir parte de esta familia. Nunca me han dejado sola.” Sofi también ha vivido la alegría de celebrar. Junto a su hermano Juancho participó en Abraza Sueños Navideños en el parque acuático de Piscilago, un día lleno de juegos, agua,toboganes , alegría y recuerdos que aún la hacen sonreír. La historia de Sofi es la historia de muchos niños y niñas que solo necesitan una oportunidad para brillar. Acompañarlos no siempre significa grandes cosas. A veces es un trayecto en carro. A veces es una fiesta. A veces, simplemente, estar. Gracias a personas como tú, que no miran hacia otro lado, podemos seguir cumpliendo sueños y devolviendo esperanza. Gracias por quedarte cerca. Porque los sueños no se cumplen solos. Se cumplen en comunidad. Si esta historia de esperanza te ha resultado inspiradora, compartela para que muchas más personas se sumen a nuestro movimiento de transformar el dolor en sonrisas.
Testimonio: Ver el Mar por Primera Vez | Una Experiencia transformadora

El Encuentro con la Inmensidad Azul «Ver el cielo como se entrelazaba con el mar me pareció increíble», nos cuenta Julián un chico de la fundación que presenta un retraso en neurodesarrollo con una mirada que aún conserva el asombro de aquel momento. «Era como si pudiera nadar en el cielo». Estas palabras, sencillas pero profundas, nos recuerdan cómo a veces damos por sentadas maravillas que para otros son sueños largamente esperados. Julián describe cada sensación como quien guarda un tesoro invaluable en su memoria: el agua fría y salada acariciando sus pies por primera vez, la brisa, el sol iluminando un horizonte que parecía infinito. «El encuentro con el mar no lo olvidaré jamás», afirma con certeza. https://youtube.com/shorts/8ChjlfWtmzE Un Viaje de Conexión Espiritual Pero la experiencia de Julián fue más allá del encuentro con la naturaleza. Su viaje estuvo impregnado de momentos de profunda conexión espiritual que transformaron la aventura en una verdadera peregrinación interior. Cada mañana, el grupo participaba en una pequeña misa con el Padre Juandi, preparando el corazón para recibir las bendiciones del día. Las noches se convertían en espacios sagrados de encuentro, reflexión y sanación colectiva Gestos que Transforman el Alma Entre los momentos más significativos, Julián recuerda con especial emoción cuando recrearon el gesto de Jesús lavando los pies a sus apóstoles. «Lavar los pies a nuestros padres fue super conmovedor», comparte con voz entrecortada. «Sentí que en ese acto de humildad y servicio, algo se transformaba dentro de mí». La Liberación del Peso Invisible Otra noche memorable fue cuando realizaron un ritual para liberar emociones negativas: «Votamos todo ese rencor, ese dolor que sentíamos por alguien», explica. «Sentirse libre, ya no con esa carga en los hombros, fue maravilloso». Esta experiencia de liberación emocional, compartida en comunidad y bajo el cielo estrellado frente al mar, dejó una huella imborrable en su espíritu. La Presencia Divina en el Camino Lo que más impacta del testimonio de Julián es la certeza con la que habla de la presencia divina durante su viaje: «Sentí el amor de Dios en todo momento. Jesús estuvo ahí dándonos la mano, abrazándonos, escuchándonos«. No se trata de una simple frase hecha; en sus palabras se percibe la paz de quien ha tenido un encuentro verdadero que trasciende lo físico. Un Recordatorio para Todos El testimonio de Julián nos invita a reflexionar sobre esos momentos de asombro que todos necesitamos experimentar. Nos recuerda que a veces debemos acercarnos al mar no solo para contemplar su inmensidad, sino para encontrarnos con nuestra propia capacidad de maravillarnos y con ese amor divino que nos sostiene en el camino. Quizás, como Julián, todos necesitamos momentos donde el cielo y el mar se entrelazan, donde el perdón nos libera, y donde podamos sentir esa mano invisible pero real que nos acompaña. Gracias a personas como tú Julián pudo cumplir su sueño de ver el mar por primera vez. Hazte padrino y haz posible el próximo sueño que tenemos por cumplir.